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Federico Cantú: Un Viajero del Arte y su Legado Inmortal

Actualizado: 05 oct 2023

El 3 de marzo de 1908, en el pintoresco Cadereyta Jiménez, Nuevo León, México, nació un artista excepcional, Federico Cantú. No se limitó a una sola forma de expresión artística, sino que se destacó como pintor, escultor, grabador y muralista. Su obra se caracteriza por su dibujo lírico, un uso del color particular y una singular fusión de lo religioso y lo pagano en su pintura. Además, es conocido por ser uno de los cofundadores del influyente Salón de la Plástica Mexicana.


Cantú comenzó su camino en el mundo del arte estudiando en Monterrey y San Antonio, Texas, pero fue en 1922, a la edad de 14 años, cuando ingresó a la Escuela de Pintura al Aire Libre de Coyoacán en la Ciudad de México. Esta institución, dirigida por el también regiomontano Alfredo Ramos Martínez, dejó una profunda huella en él. Aquí, desarrolló su pasión por el color, la delicadeza en el trazo y una profunda emoción por el romanticismo del siglo XIX, así como un respeto sincero por la figura femenina como tema artístico.


En 1924, Cantú emprendió un viaje transformador a Europa, explorando la riqueza cultural de Francia y España. En París, vivió en el bohemio barrio de Montparnasse, absorbiendo la efervescencia artística de la época. A su regreso, continuó su formación en el taller de José de Créeft entre 1926 y 1928. Créeft, al igual que Ramos Martínez, dejó una marca indeleble en Cantú, al igual que otros artistas notables como Fidias Elizondo, Mardonio Magaña y Diego Rivera. Cada uno de ellos contribuyó a su evolución artística, ya fuera en escultura, talla naïf, retrato de la realidad o muralismo.


Cantú cruzó fronteras en 1929, viajando a Los Ángeles, California, donde exhibió por primera vez en el museo Exposition Park. Un año después, realizó su primera estancia en Nueva York, donde participó en una muestra colectiva en Delphic Studios y Macy's Galleries. Otro viaje a París enriqueció aún más su perspectiva artística. De regreso a México en 1934, exhibió en la Sala de Arte de la Secretaría de Educación, dirigida en ese entonces por el pintor Gabriel Fernández Ledesma.


En 1943, Cantú dejó su marca en la Parroquia de San Miguel de Allende, Guanajuato, a través de impresionantes frescos, que, lamentablemente, fueron cubiertos o destruidos con el tiempo. Además, comenzó una nueva etapa como maestro en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado "La Esmeralda", dirigida por Antonio Ruíz "El corcito". Seis años más tarde, también impartió clases en la Universidad de California y expuso su obra en Los Ángeles.


Su obra mural incluye destacadas creaciones como "Los Informantes de Sahagún" en el Ex Convento de San Diego, que una vez fue la sede de la Pinacoteca Virreinal en la Ciudad de México. También creó un mural dedicado a la mitología griega en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Además, realizó murales en residencias privadas, algunos de los cuales fueron adquiridos por el Gobierno del Estado de Nuevo León.


Entre sus relieves más destacados se encuentran los ubicados en las Unidades Independencia, Cuauhtémoc y Centro Médico Nacional de Pediatría del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en la Ciudad de México. En colaboración con esta institución, creó el emblemático bajo relieve "Nuestra Señora del Seguro Social". También es conocido por su obra in situ, como el bajo relieve "El flechador del sol", que adornaba la carretera Linares-Galeana en la Sierra Madre en Nuevo León hasta su lamentable derrumbe en 2002. Las piezas recuperadas se exhiben en un museo local.


Uno de los puntos culminantes en la carrera de Cantú fue la gran exposición retrospectiva realizada en 1970 en el Museo del Palacio de Bellas Artes, donde se destacó su versatilidad y fecunda producción a lo largo de las décadas.


A lo largo de su vida, Cantú fue honrado en diversas ocasiones con exposiciones monográficas y muestras individuales y colectivas. Entre ellas, destacan "Cien años a través de cien artistas" en el Museo de Monterrey en 2000 y "Arte Nuestro" en el Museo Metropolitano de Monterrey en 2005, donde compartió espacio en la sección de Pioneros en las artes plásticas nuevoleonesas junto a Alfredo Ramos Martínez y Fidias Elizondo.


Su influencia trascendió fronteras, y su obra se exhibió en galerías y museos notables, desde la Tate Gallery en el Reino Unido hasta las Galerías de Perls en Estados Unidos y los Museos Vaticanos en Italia. Además, ganó un lugar especial en el corazón de la coleccionista de arte estadounidense MacKinley Helm, quien comenzó a adquirir sus obras cuando Cantú era joven y las exhibió en prestigiosos museos de Nueva York y Filadelfia.


La vida creativa de Federico Cantú llegó a su fin el 29 de enero de 1989 en la Ciudad de México, pero su legado sigue vivo a través de su obra, que continúa inspirando a generaciones de artistas. Su pasión, dedicación y contribución al mundo del arte son un testimonio de la inmortalidad del talento humano.


En septiembre de 1991, el Museo Franz Mayer y el Museo Nacional de la Estampa rindieron homenaje a Cantú con una exposición conjunta de pintura, dibujo y grabado, asegurando que su influencia siga siendo parte integral de la rica herencia artística de México.


Dentro de las obras más importantes de este gran artista se encuentra la titulada "Sibila". Es un óleo sobre tela, firmado 1978 y enmarcado el cual saldrá a subasta este próximo 19 de octubre.


La sibila es un personaje de la mitología griega y romana. Se trata de una profetisa, inspirada en ocasiones por Apolo, ​ capaz de conocer el futuro. La más importante de todas en la mitología romana era la sibila cumana.


Se consideraba que las sibilas eran mujeres que anunciaban “verdades” sobre los misterios e historias del salvador, la venida del supremo juez y los últimos sucesos de los tiempos como el apocalipsis, por lo que se les llego a considerar como las mujeres que conocían la ciencia de Dios.

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